viernes, 11 de julio de 2008

Haciendo camino con los pobres, Julio de Santa Ana

ALC Noticias, 2 de julio de 2008
Al mirar hacia los últimos treinta años de historia latinoamericana nos sorprende la riqueza de ese período excepcional. En el correr de esos años se puso fin a los gobiernos dictatoriales militares que dominaron la mayoría de los pueblos de la región; y, aunque aún quedan rastros, existe la convicción de que esa fase ha sido superada. Sin embargo, es un hecho que la memoria de un lapso caracterizado por violaciones masivas de los derechos humanos y privación de libertades fundamentales no se puede borrar de la conciencia de los pueblos, que firmes dicen que “nunca más” se repetirán.
Durante ese período, hubo diversos intentos en los países de la región para llegar a plasmar modos de vida democráticos. Los sueños colectivos motivaron a quienes bregaron por el cambio a empecinarse en concretar sus metas; las ilusiones pretendieron alcanzar lo que años de represión (que fueron décadas en algunos casos: Brasil, Bolivia) no consiguieron arrancar de la vida de los pueblos. El empeño para forjar lo que había sido negado por la violencia y la coerción fue grande. No obstante, por diversas razones la voluntad popular no llegó a concretarse. El desencanto cundió con rapidez. Las naciones que habían pasado por la amarga noche de las dictaduras, luego de un breve período de tiempo en el que creyeron que sus anhelos podrían tomar forma, fueron presas de crisis y escepticismo. Además, fue el momento en el que el peso de las deudas contraídas, principalmente por los militares en el gobierno, fue un factor que contribuyó en gran medida a cercenar los deseos populares. El optimismo que prevaleció cuando se produjo la transición entre los regímenes, dio paso a la frustración.
A la vez que ocurría la situación que se ha descrito someramente, tuvieron lugar dos hechos importantes. . Uno de ellos, fue la toma de conciencia, de modo más claro en algunos sectores minoritarios, de que las formas del Estado no correspondían a las exigencias sociales y políticas requeridas por la evolución de los pueblos. Se trata de una situación grave heredada de las dictaduras militares, que, aunque quisieron “modernizar” las naciones que tuvieron bajo su dominio, no utilizaron el instrumento idóneo para lograr ese fin. Cuando los países de América Latina consiguieron retornar a una cierta normalidad formal, lo hicieron administrando la vida pública con aparatos que eran anacrónicos. Surgió y fue creciendo gradualmente una toma de conciencia de que se enfrentaban con una crisis del Estado. Y quedó claro de que era necesario que los instrumentos para la administración de la vida pública correspondiesen a la realidad que se estaba viviendo.
Eso no es fácil. Pues además del peso de la deuda externa que gravitaba sobre nuestros pueblos (y que, hasta cierto punto, puede decirse que se le ha hecho frente de modo positivo desde entonces), surgieron otros aspectos de las circunstancias prevalecientes que han llegado a ser desafíos urgentes para las naciones del planeta. Entre ellos creemos que corresponde destacar el caso de la importancia excesiva que ha llegado a tener el mercado en la vida de los seres humanos, tanto como personas como colectividades. También cabe señalar la incidencia que ha alcanzado la revolución informática. (Es un proceso que aún está lejos de culminar, y que, quizás se encuentra solamente en sus inicios pero que puede llegar muy lejos.) Además, por la relación que se ha establecido entre mercado e informática, corresponde mencionar el proceso de “globalización”, o de mundialización, entendido como la integración de los mercados según el modelo del mercado financiero internacional, que tiene su base en la utilización de los medios de comunicación e información. Es un hecho que en nuestro tiempo el Estado no puede ignorar la evolución de estos factores que inciden de manera diversa sobre los ciudadanos y ciudadanas, según los países.
Concomitantemente, han ganado importancia entidades supranacionales de diversa índole (económicas, financieras, políticas, militares, científicas, etc.) que influyen cada vez más en la vida de nuestras sociedades. Estos aspectos de la situación actual obligan al Estado a transformarse, buscando adecuarse a la misma. Mientras tanto, y es muy grave, persisten problemas que vienen desde hace mucho tiempo; es el caso de la injusticia estructural que existe a nivel internacional y en cada una de nuestras naciones. Esta injusticia es un factor determinante de la condición de la mayoría de los pobres que [constituyen la mayoría de la población de nuestro mundo. Debe reconocerse que, a pesar de líneas políticas que en la actualidad intentan responder al desafío de los pobres y a sus reivindicaciones de mejores condiciones de vida, el reto persiste. Hacer justicia es una exigencia ética; y para que sea efectiva en la sociedad, tiene que estar vigente en ámbitos sociales que trascienden el debate y la práctica política partidaria. Se requieren instrumentos apropiados y orientaciones válidas para que el Estado sea capaz de cumplir con el cometido de hacer justicia a los pobres.
El segundo hecho es que esa toma de conciencia de la crisis del Estado ha llevado gradualmente a los pueblos de América Latina (y especialmente a los de América del Sur) a optar, en el marco de elecciones nacionales (o encuestas de otra índole, en las que se decide el destino y las formas de convivencia nacional, como es el caso de reformas de la constitución, del Estado), por propuestas políticas que no son tradicionales. Los pueblos se preguntan de manera natural: ¿Cómo es posible que puedan seguir vigentes formas anacrónicas cuando la situación exige transformaciones? Los ciudadanos y las ciudadanas van adquiriendo una conciencia cada vez más clara del gran alcance que tiene su participación en los procesos sociales y políticos; entienden que es necesaria. En los tiempos actuales, teniendo presente las alternativas que se les ofrecen, en la mayoría de los casos, prefieren las de izquierdas. Aquellos que han demostrado tener una trayectoria pública caracterizada por esta tendencia han sido elegidos para gobernar en la mayoría de los países sudamericanos: Lula da Silva en Brasil, Michele Bachelet en Chile, Chávez en Venezuela, Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Tabaré Vázquez en Uruguay, son ejemplos en América del Sur. Observando esta situación, en la segunda mitad de la década actual, se puede afirmar que es muy diferente a la que existía cuando los militares tuvieron que retirarse a sus cuarteles.
Gobernar con justicia es ejercer el poder de manera adecuada a las necesidades y aspiraciones de todos los habitantes de un país. La experiencia de los años 1980 ha dejado sus enseñanzas, que los pueblos entienden no deben ser echadas en saco roto. Un Estado idóneo, cuyas formas se ajusten a la realidad vigente, es una reivindicación de la mayoría de los ciudadanos. Estas formas exigen cambios que den lugar a un mayor protagonismo de los sectores populares. Un Estado democrático es el que garantiza que se lleven a cabo elecciones en los debidos plazos, y que, al mismo tiempo, permite que se lleve a cabo un proceso de consulta permanente con las asociaciones de ciudadanos y ciudadanas a través de las organizaciones de la sociedad civil, sobre todo las que expresan la voluntad de los pobres, de los tradicionalmente postergados, de los oprimidos. Un diálogo constante con estos sectores es imperativo para legitimar el poder en ejercicio.
Este Estado, que hoy parece estar en proceso de consolidarse en América Latina (en situaciones diversas, según las realidades nacionales) exige no sólo un cambio de actitud, de conciencia, en las clases políticas, sino también entre los pueblos que han impulsado los cambios de gobierno. Entre ellos, hasta hace muy poco tiempo, predominaba una postura y una práctica de oposición.
Ahora están llamados a ejercer un apoyo crítico a quienes están en el poder. El imperativo es pasar de una actitud de resistencia a la de una militancia de adhesión circunspecta a los nuevos gobiernos. Para muchos este cambio de posición es difícil; no sólo porque las experiencias sociales y políticas que han tenido eran de resistencia, sino también porque, a veces, tienen conciencia de que en muchos casos, los nuevos gobiernos no están a la altura de lo que los sectores populares anhelaban. A pesar de las nuevas opciones políticas, hay quienes entienden que la crisis del Estado permanece, y que a esa crisis se suma el hecho de que quienes están actualmente en el poder tienden a perder la legitimidad que tuvieron cuando lo ganaron gracias al apoyo popular que recibieron por medio del voto. Esta situación marcada por dudas, por tensiones internas, también afecta a muchos cristianos que forman parte de comunidades populares o que han optado por que se haga justicia los pobres.
Entendemos que debemos tener en cuenta esta situación cuando nos planteamos, como cristianos, la pregunta: ¿qué tenemos que hacer en el plano político, en nuestras situaciones nacionales respectivas en América Latina? ¿Cómo enfrentar los desafíos de esta situación inédita? Se trata de una cuestión práctica, lo que significa que debe ser comprendida en el contexto de sus relaciones y que, también, como todo lo que tiene que ver con la acción, supone un cierto riesgo. ¿Qué hacer? Cuando enfrentamos situaciones en las que tenemos que tomar decisiones sobre lo que lo que se debe hacer (o no hacer) no es claro que lo que decidimos sea lo conveniente. Son muchas las oportunidades en las que la certeza de que estamos haciendo lo que corresponde tarde o temprano, deja de ser tal y comprendemos que la acción en la que nos empeñamos tendría que haber sido diferente. Según la tradición bíblica, nadie puede justificarse ante Dios. Por eso afirmamos que somos salvos por la gracia, y es por ésta, y sólo por ésta, que podemos alcanzar la justicia de Dios. Pensamos que es necesario tener presente en la conciencia estos convencimientos de la vida de fe cuando tomamos decisiones sobre nuestro quehacer social y político; no podemos erigirnos en salvadores de las situaciones que nos desafían. Pero estamos llamados a dar un testimonio de fe. A dar razón de lo que creemos. En cuestiones de nuestra práctica social y política muchas veces, en virtud de nuestra fe, estamos llamados al arrepentimiento.
Llama la atención un hecho muy frecuente en estos tiempos: una reivindicación muy firme de que la ética tenga una preeminencia cada vez mayor para definir la conducta. Esto se aprecia en la exigencia de que las distintas profesiones respeten, por todos los medios a su alcance, la deontología que las orienta. Esta tendencia se advierte sobre todo cuando consideramos la acción política; no sólo la que llevan a cabo los partidos políticos, sino también las diversas organizaciones de la sociedad civil. Esta preocupación por las cuestiones éticas es consecuencia, seguramente, de un período en el que se advierte una multiplicación de casos y procesos marcados por la corrupción. Y no es una excepción la administración del Estado, dado que en muchos de esos casos de corrupción los responsables son partidos y grupos que fueron votados por sectores populares. Es común percibir una actitud ambivalente por parte de estos sectores que, al mismo tiempo que quieren romper con los corruptos; sienten que no deben hacerlo.
En el Brasil gobernado por Lula, en Chile donde Bachelet es presidenta, en Argentina, en Bolivia, en Uruguay, en Venezuela (para citar algunos casos evidentes), este conflicto que se plantea, por un lado, entre una voluntad de ruptura frente a la comprobación de que todavía siguen existiendo prácticas extraviadas, inaceptables, y, por otro lado, el entendimiento de que vale la pena seguir sosteniendo con lealtad a los dirigentes que no han sucumbido a la tentación que ha inducido a la corrupción, crea tensiones, conflictos, perplejidad y hasta puede llevar al desencanto, a un desinterés creciente por la cosa pública, e incluso a una parálisis en la práctica.
Paso previo: una reflexión sobre corrientes éticas vigentes.
Me parece que, antes de intentar ofrecer algunas reflexiones positivas, es necesario adentrarnos en el campo de la teoría ética.
Puede que de este modo evitemos caer en trampas o enredos, propios de cosas que la prisa por actuar nos lleva a considerar de modo superficial. Diciéndolo con pocas palabras: en nuestro tiempo hay tres corrientes que predominan en el campo de la ética o la moral: existe una ética dogmática, que formula lo que se debe hacer antes de que llegue el momento de la decisión. Es una ética o moral de principios. Las normas tienen el significado de leyes que deben ser respetadas a todo precio. Las éticas legalistas de diverso tipo sirven de ejemplos. En realidad, el apremio, implícito a toda decisión existencial importante, queda eliminado por el carácter sagrado de normas fundamentales. En tiempos de Jesús de Nazaret, este tipo de ética era practicada por los fariseos.
Conviene precisar que generalmente quienes practican este tipo de moral son personas fiables. Como el mismo Jesús lo dijo en el “discurso evangélico” en la montaña (cf. Mt 5–7): la ley es siempre importante: No es posible hacer frente a las exigencias y avatares de la vida, sin tenerla en cuenta. Sin embargo, para ser fiel a Dios no tiene carácter supremo ni prioritario: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquél que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano ‘imbécil’, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’ será reo ante la gehenna del fuego.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda, delante del altar, vete a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.” (Mt 5.17-ss)
Es verdad, las leyes morales son muy importantes. No obstante, en la vida práctica hay aspectos que no fueron ni son contemplados por la normatividad de las leyes que son fundamentales. Situándolo en el contexto de las comunidades cristianas populares de América Latina, es posible decir que los “principios morales” tienen que ser considerados a la luz de contextos que son cambiantes. En consonancia con estos (“Sí, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti…”) las relaciones humanas tienen más trascendencia (léase la continuación del pasaje en Mateo 5: 25 -43). No obstante, debe entenderse sin dudas que las leyes, aunque no son absolutamente prioritarias, son necesarias para vivir convenientemente. Hecha esta aclaración, sobre todo hay que decir que la prioridad es para quiénes nos acompañan, para “los otros”, sobre todo para aquellos que sufren injusticia y opresión., los pobres que nos rodean.
En segundo lugar cabe mencionar a aquel grupo de orientaciones morales que reciben el nombre de consecuencialistas. Son las que predominan en nuestro tiempo; proponen actuar de tal manera que se procure en toda situación obtener ventaja para sí, o para el grupo al que se pertenece. La tendencia ética preeminente de estas conductas proviene del utilitarismo. Es una ética individualista, que postula que el bienestar y la felicidad de la mayoría se logra cuando los obtenemos individualmente. En nuestro tiempo es la ética del mercado libre, que siempre busca obtener los mayores beneficios posibles para uno mismo. Admite, es verdad, la importancia del sacrificio; siempre y cuando sea el sacrificio del otro. En el día de hoy, entre latinoamericanos (aunque no sólo en América Latina) se propaga la así llamada “teología de la prosperidad” que afirma que Dios no quiere que existan pobres, lo que lleva a afirmar por consiguiente que “Dios anhela nuestra prosperidad”.
Es de lamentar que no se perciba que en el proceso social la prosperidad de una minoría se apoya en la vida de la mayoría pobre. Aquí está el problema: la felicidad individual, el bienestar del grupo al que uno pertenece, la prosperidad de los que llegan a vivir con privilegios, no es un don del cielo, sino sobre todo consecuencia de la injusticia social y política que se ejerce a través de las estructuras vigentes en la economía mundial. La ética consecuencialista, lamentablemente, es la que orienta el comportamiento de la mayoría de hombres y mujeres contemporáneos. A pesar de nuestra oposición a ella, tenemos que reconocer que muchas veces también caemos en sus redes: nos parece natural si algo nos ofrece ventajas; cuando podemos obtener beneficios y no examinamos por qué los tenemos mientras que a nuestro alrededor percibimos tanta injusticia y opresión. Esta tendencia ética no tiene en cuenta al otro y menos aún al pobre, al oprimido.
La tercera corriente, que ahora mencionamos, la podemos llamar ética finalista, o teleológica. Tiende a alcanzar un fin. No sólo para uno mismo o para la propia comunidad, sino para todos. Es aquella tendencia a la que más se adhieren las comunidades cristianas: buscan un fin. Metafóricamente hablando, el fin es el “reino de Dios” mentado en la Biblia, principalmente por Jesús de Nazaret. Es “el nuevo cielo y la nueva tierra”, “la nueva creación”, figuras de lenguaje que expresan la utopía de nuestra comunidad, el contenido misterioso de nuestro sueño. Hay que acercarse más a lo que los profetas, y sobre todo Jesús, nos dicen para poder precisar ese sueño y conseguir ver más claramente, con mayor justeza, lo que significa. En un intento de decirlo muy sintéticamente, “el Reino” pertenece a tres grupos de personas: a los niños (porque son inocentes), a los pobres (“porque vuestro es el Reino de Dios”, les dijo Jesús según San Lucas. Véase Lc 6: 20. En el discurso evangélico pronunciado en la montaña, la versión de San Mateo dice, hablándole a los discípulos: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Véase Mt 5:3). En el mismo Evangelio según San Mateo, Jesús añadió “Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5:10) Se puede decir que el fin que buscan los creyentes es algo que la Biblia llama “reino”, y lo podemos entender como una sociedad, un mundo, un estado social preocupado y cuidadoso con los niños, los pobres y los que son perseguidos por causa de la justicia. También es el Reino del Espíritu”, que en la riqueza de significados que tiene en la Biblia se lo entiende asimismo por “reino de la libertad” (“Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad”, afirma San Pablo en 2da. Cor 3.17).
Fue necesario hacer este largo recorrido por las tendencias predominantes en las prácticas de nuestro tiempo para enfocar el desafío sobre qué hacer en nuestras situaciones concretas. Debe quedar claro que sólo pueden hacerse distinciones claras entre estas tendencias en el plano de la abstracción teórica. En la vida práctica, aunque seamos más favorables y simpatizantes de una de ellas sobre las otras (en mi caso, por ejemplo, doy prioridad a la ética finalista o teleológica), cabe reconocer que, algunas veces nos comportamos según una ética dogmática, otras siguiendo orientaciones consecuencialistas, y otras aún tendemos hacia un fin, hacia una meta. No obstante, las comunidades cristianas están llamadas a dar cuenta de su fe. Para ello uno de los campos ineludibles es el de la práctica social y política.
Un camino a seguir; un marco necesario.
¿Qué hacer? Procurar una meta es marchar hacia un fin, tender hacia un blanco. Los autores bíblicos, así como también grandes personalidades de otras religiones, emplean repetidas veces la metáfora del “camino” para comunicar el contenido y el sentido de la vida de fe. Es un camino “estrecho”, según Jesús. Podemos salir, escapar, desviarnos, escurrirnos de la senda. Perder el rumbo que buscamos; empeñados en hacer el bien, podemos perder el rumbo que buscamos. Ante estos riesgos, una cosa importante consiste en abalizar, en poner jalones que siempre tenemos que respetar (aquí se impone el uso de metáforas que tienen que ver con “el camino”. Advierto además, que esos jalones que requieren nuestro respeto, significan normas que deben ser observadas; es decir, leyes, mandatos). El camino a seguir es una senda que tenemos que cubrir con los pobres. Este es el marco del camino. No hay que perderlo. Salirse de ese marco es perder el camino en el que tenemos que andar. Ese marco es necesario.
Esta referencia al marco de la práctica social y política es algo que se puede entender mejor examinando el pensamiento de los grandes nombres que marcan la evolución de la teología cristiana a través de los siglos. Desde San Pablo (que expresa sus convicciones en la Epístola a los Romanos, en especial en los capítulos 12 y 13),de que la comunidad cristiana era el marco a respetar; a hacer valer; pasando por San Agustín, quien en la Ciudad de Dios, en el contexto de la crisis histórica que afectó al Imperio Romano a comienzos del siglo IV; señaló que la Iglesia era el soporte indicado para que la civitas romana no fuese destruida; siguiendo por Santo Tomás de Aquino y su comprensión de que es prioritario referirse a la ley natural, abriendo el curso a un profundo cambio de orientación teológica y capacitando así el pensamiento cristiano de Occidente para poder entrar en diálogo con el Islam y ganar fuerza y convicción; hasta que pocos siglos más tarde –cuando el Renacimiento y el Humanismo fueron tendencias que indicaron un cambio histórico que era impulsado por la burguesía- los aportes de la Reforma, principalmente de Lutero y de Calvino, que señalaron a los “órdenes de la creación” el primero, y al significado de la Ley (como norma para la vida individual y social, como aya que conduce al arrepentimiento y a la salvación) el segundo, implícita o explícitamente, que el camino hacia el “Reino” es indicado para ser respetado Todos ellos (y otros que los siguieron) entendieron que la definición de un marco era fundamental para la práctica social de los cristianos.
Reflexionar sobre el marco a respetar en el camino a seguir nos lleva a considerar la importancia de esta metáfora para poder indicar con aproximación esta certeza de nuestra fe. El camino es una imagen bíblica muy importante. No hay que olvidar que Abraham, padre de la fe, se puso en marcha desde su tierra natal, en Ur de los caldeos. El libro del Génesis, desde el capítulo 12 hasta el 25 nos relata algunas de sus andanzas y de los riesgos que corrió. Abraham comenzó a abrir el camino. También es la metáfora privilegiada para caracterizar el éxodo de Israel a través del desierto, durante los largos años vividos desde que fue liberado en Egipto hasta llegar a la tierra prometida a Abraham y a sus descendientes. Otro camino tuvo que recorrer el pueblo judío cuando sus dirigentes fueron conducidos al exilio babilónico. Camino de tristezas y pesares cuando vivieron la experiencia de aquella emigración forzosa. Volvieron al cabo de varias décadas; eso los llevó gradualmente a desandar el camino. Esta vez su marcha estuvo impulsada por la esperanza.
Jesús de Nazaret no tuvo una existencia sosegada; durante el período de su ministerio público marchó incesantemente de un lugar a otro de Palestina y los alrededores. Años más tarde, las comunidades cristianas que intentaban vivir la fe siguiendo las enseñanzas de Cristo fueron conocidas como seguidoras “del Camino” (Hch 9:2. También Hch 18:26; etc.). El mismo Jesús dijo ser “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14:6). Sin embargo, advirtió a sus discípulos de los riesgos y dificultades que hay que enfrentar en su peregrinación. En el discurso evangélico del Evangelio de Mateo advirtió a los discípulos: “Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. (Mt. 13-14).
Utilizamos metáforas con el propósito de expresar algo que experimentamos y que los sustantivos de que disponemos en nuestro lenguaje no consiguen hacerlo. Se trata de una experiencia de la vida cristiana, en la que hay momentos alumbrados por una luz radiante y otros en los que nos rodean las sombras de la noche oscura del alma. Nuestra fe nos incita a seguir a Jesús por las sendas que conducen al “Reino”. El riesgo consiste en perder el rumbo, en entrar –aunque sea involuntariamente- por la puerta ancha y seguir por espaciosas avenidas donde el tránsito es fácil, mas errado el sentido. En el camino del testimonio social de la fe bíblica, en el día de hoy en Latinoamérica, ese sendero requiere fe, coraje, valentía. ¿Hay algún elemento objetivo que nos permita distinguir la senda a seguir? Entendemos que sí; hacerlo marchando con los pobres.
Tenemos mucho camino por andar. No perder el rumbo requiere hacerlo acompañados por Jesús. Es decir, marchando con los pobres.

Memoria de la caminada del cristianismo en América Latina y el Caribe, Elsa Tamez

Ustedes tienen mi texto que preparé para el libro de la conferencia. Sin embargo, he elaborado otra presentación. Soy profesora de Nuevos Testamento y en estos momentos enseño un cursos de exégesis en las cartas paulinas. Influida por el curso, decidí aquí preparar un nuevo documento utilizando el estilo retórico epistolar de la antigüedad. He escogido este estilo literario porque los mecanismos en la composición del discurso, así como los niveles de la connotación, permiten abarcar con mejor amplitud y profundidad la temática propuesta y a la vez captar la atención de la audiencia y tratar de persuadirla a comprometerse con el contenido del discurso. He inventado una carta, como se hacía en aquellos tiempos generalmente con el propósito recordar la tradición y encaminar a las nuevas generaciones. Existieron en la antigüedad colecciones de cartas de este tipo, como las cartas de Sócrates, y muy probablemente las Cartas Pastorales. Me sirvo de Priscila (o Prisca) como personaje ficticio remitente de una epístola dirigida a los delegados y delegadas de este conferencia. Ella, como ustedes saben, fue una de las figuras más importantes de la comunidad cristiana en sus orígenes: líder, predicadora y maestra. Su nombre aparece en el libro de Los hechos de los apóstoles y va siempre acompañado de su esposo Aquila, de quien sabemos casi nada; Priscila aparece por lo general en las narraciones de Lucas sobre el apóstol Pablo. De manera que encontrarán en la siguiente carta los elementos comunes del género retórico, como lo son: exordium o prooemium, propositio y rationes con narratio, argumentatio, refutatio y finalmente la peroratio o conclusio. También he incluido exhortaciones y doxologías, semejantes a las de las cartas del Nuevo Testamento. La epístola concluye con una bendición bastante conocida en el mundo ecuménico y es del músico y liturgista argentino Pablo Sosa. He optado por utilizar "el vosotros" como recurso de distanciamiento entre la autora real y el personaje protagonista, es decir entre mi persona y Priscila, además para los habitantes de este continente es innegable el sabor litúrgico y antiguo (con perdón de los españoles) del uso del "vosotros". Ustedes lo notarán.

Epístola de Priscila a los hermanos y hermanas
reunidos en Sâo Paulo Brasil
Capítulo I
1Yo, Priscila , sierva y apóstol de Jesucristo, por voluntad no de autoridades oficiales, sino de Dios nuestro creador, a los teólogos y teólogas reunidos en Sâo Paulo, Brasil, fieles al testimonio de nuestro Señor Jesucristo, 2quien nos mostró el camino del Reinado de Dios y su Justicia a través de su vida de fe, su muerte en la cruz por el imperio romano y su resurrección, de la cual María Magdalena y otras mujeres fueron testigos. Gracia y paz a vosotros.
3Ante todo, doy gracias a Dios por vosotros y vosotras, que siguen tercos y aferrados a las buenas nuevas para los pobres y excluidos, a pesar de tantos inconvenientes y malas noticias que reciben a diario sobre la pobreza, la violencia y la guerra que azotan a nuestros pueblos. 4Porque, como sabemos, los últimos informes del PNUD no son nada halagadores. Centroamérica sigue creciendo en la desigualdad y bajando en sus niveles de desarrollo, y los demás países del continente no logran despuntar hacia mejores niveles de vida. 5Además, no quiero que ignoréis hermanos míos lo que andan diciendo las malas lenguas: que la teología de la liberación se acabó, que la opción por los pobres es anacrónica y corresponde a los discursos de los 60ss. 6Pues no, de ningún modo. ¿Acaso los pobres han dejado de existir? ¿Ya tienen dónde dormir y qué comer? ¿Han encontrado trabajo los miles de desempleados? ¿Los niños de la calle regresaron a la escuela? 7No, al contrario, de todos vosotros es sabido que el pecado sigue reinando con toda su crudeza, y por eso la creación, es decir, la humanidad y su habitat, espera ansiosa la revelación de los hijos a e hijas de Dios, que sois vosotros y vosotras.
8Alguno de vosotros me dirá: "pero los problemas no son solo económicos, la violencia contra las mujeres trasciende la clase, y el racismo que se vive lo hace de igual manera." 9A estas palabras responderé: bien habéis dicho, y estoy absolutamente de acuerdo y bendito sea Dios porque lo percibís. ¿No veis que en el ser humano se entrecruzan varias experiencias? 10Los sujetos empobrecidos tienen rostros y cuerpos diferentes, distintos géneros, pues la creación de Dios, perfecta, releja esta diversidad. 11Y más aun, los hombres y las mujeres no solo tienen necesidades materiales, sino también espirituales. Necesitan del cariño y la pasión, del placer y el cuidado. 12La opción por los pobres es también por los excluidos de todo tipo. 13Por eso, en nombre de Dios, de Jesús el Cristo y del Espíritu Santo os ruego: amaos siempre entre vosotros, toleraos, cuidaos mutuamente, y que nadie se estime superior a otras y otros como lo hacen los que son del mundo, sino al contrario que vuestro vivir sea solidario, ejemplar y testimonial entre vosotros y con los demás. 14Y no se olviden de las mujeres, como tienen la costumbre. Insisto, si no las toman en cuenta no reflejan ni la gloria de Dios ni el testimonio de Jesús el galileo ni el Espíritu que fue también derramado sobre las mujeres y los jóvenes.
Capítulo II
1Os escribo esta carta respondiendo al pedido que me hiciera Wagner en nombre del comité organizador de la conferencia de la cual formáis parte, sobre la caminada de las iglesias en América Latina. 2Debo confesar que me resistí en un principio. Y esto por dos razones. Una porque yo me dedico más a escudriñar las Escrituras para servir al movimiento popular y comunitario de la Biblia, y otra porque no pocas veces la iglesia institucional me desespera. Gracias sean dadas a Dios porque su reino trasciende las iglesias. 3Pues bien, obligada casi a aceptar, más por cuestión de balance de género que por voluntad propia, me aboqué a reflexionar sobre el encargo. 4¡Ay de mí!, la desesperación no tardó en abrazarme al momento de pensar en la caminada. Demasiado grande era la tarea, ausente de toda claridad. ¿A qué iglesia debe referirme?, ¿qué novedades o contribuciones debo enfocar?, ¿qué pecados reprender? 5 Porque las mega iglesias neo-pentecostales me quitaban el sueño, no me dejaban dormir las herejías de las iglesias de la prosperidad; y el crimen del Padre Amaro, junto con otros abusivos de niños en todo el mundo y todas las iglesias, me apretó el alma de pura tristeza. 6Y lloré como una niña, como Jesús lloró sobre la ciudad de Jerusalén; porque yo no veía aquella alegría de las miles de comunidades cristianas hablando del Dios de los pobres. Pero en seguida recordé las palabras del sabio Qohélet que decía: "No digas que los tiempos pasados son mejores porque no es hablar con sabiduría".
7Entonces con el corazón aun contrito, pedí auxilio al Espíritu Santo, amiga fiel en nuestras tribulaciones, para que me mostrara su obra en su Santa Iglesia de Jesucristo en estos lugares y me reconfortara. Quería ver aquella caminada en la cual Dios se complacía. 8 Y he aquí, la misericordia y gracia de Dios se me reveló más grande, 9y puede constatar que el segundo Adán era mucho mayor que el primer Adán, como nos lo había ensañado mi colega, el apóstol Pablo, en su carta a las iglesias de Roma antes de caer preso en Cesarea por la causa de su Evangelio. 10Mi alma retomó su sitio y yo volví respirar con serenidad y optimismo. 11Porque a mis ojos apareció, como un gran río igual a aquel de río milagroso de la visión del profeta Ezequiel, todo lo hermoso que había también en las iglesias, y que era agradable a Dios, a la humanidad y a los excluidos.
12Y he aquí lo que vieron mis ojos: una red inmensa de trabajadores, honestos y entusiastas de la lectura comunitaria de la Biblia, corría por toda la América Latina y el Caribe; y muchos grupos de mujeres organizando talleres en todos los rincones del continente y creando nuevos paradigmas teológicos. 13¡Ah!, con apenas esas dos cosas, que realmente son una novedad en la caminada en los últimos años, ya un coro de ángeles cantaba a mis oídos un canto celestial. Pero el río siguió corriendo y el canto celestial apretó el ritmo y subió el tono cuando hice memoria de las redes de teología negra, y teología india que se siguen consolidando desde los 80s y continúan desafiando a las iglesias y al pensamiento sobre Dios. 14Y más redes fueron apareciendo: redes de liturgia renovada, redes de seminarios ecuménicos, redes de biblistas, encuentros de profesoras de teología, preguntas importantes sobre el diálogo interreligioso y tantas cosas más, insospechadas pocos años atrás. 15 Entonces cerrando los ojos exclamé: "Dios de los cielos, en verdad, quien tiene los ojos puestos solo en lo malo, ve solo lo malo, mas quien tiene los ojos puestos en lo bueno y en la fidelidad de Dios para con su pueblo ve lo bueno y no ignora lo desagradable. Porque lo bueno brilla a pesar de la densidad de las tinieblas".
16De inmediato apareció ante mi otra maravilla. Una de las más grandiosas, ¡loado sea el Señor que no abandona a los oprimidos!: las iglesias se pronunciaban sin miedo y con valor contra la guerra. Miles de cristianos, mujeres y hombres, ancianos, jóvenes y niños; religiosas y pastores, curas y laicas, jerarquías y sus bases no vacilaron ni dieron marcha atrás cuando por las calles se unían al repudio internacional contra la guerra de Irak. 17Me alegré y me dije: ¡esta es la Iglesia! y esta vez no llegó tarde a la historia, como es su costumbre. !Alabado sea Dios, bendito por los siglos de los siglos amén! 18Toda esta visión que me mostró el Espíritu de Dios me hizo sonreír con ternura y ayudó a quitarme el mal sabor que dejan las iglesias cuando se alejan de su misión de predicar, enseñar y practicar los valores del Reino, con entereza y pasión, sin temor y con valor.
Capítulo III
1Queridas hermanas y hermanos, lo que os acabo de decir ha sido como una introducción a la memoria de la caminada de todas las iglesias, para que veáis la situación en general con ecuanimidad y autocrítica. 2Nunca olvidéis la autocrítica, porque con ella la caminada se purifica. Y no temáis a las jerarquías ni a las instituciones, recordad que dentro de ellas no faltan líderes de alma noble que se guían más por la gracia que por la ley y la tradición. 3Como dicho esta en las Escrituras: "Para ser libres nos liberó Cristo, no volváis al yugo de la esclavitud." 4Oremos por la salud de los buenos obispos que nos quedan y por que una nueva generación siga sus pasos.
5Pues bien, yo se que vosotros esperáis que hable desde la tradición paulina, que es la que más conozco, ya que Diego seguramente os hablará desde la tradición petrina. No os asombréis por esos títulos ni les hagáis caso, lo hago para que me entendáis mejor.
6Ante este encargo, ¿qué diré? ¿Que me enorgullezco de todas sus denominaciones? ¡Lejos esté de mi tal cosa! Pues ya quedó claro que todas las iglesias caminan y también se desencaminan en su misión encomendada. 7Oro a Dios en nombre de Nuestro Señor Jesucristo para que más se encaminen que se desencaminen. 8Para vergüenza mía me apeno de algunas tendencias, especialmente de aquellas que creen que la piedad es un negocio; para satisfacción mía me enorgullezco de otras, más solidarias. 9Pero creedme: no todo lo que se ve bueno lo es, ni tampoco lo que parece perdido lo está. En todas las iglesias de tradición paulina, que muchos petrinos equivocadamente llaman "sectas", encontramos luces y también cosas de qué avergonzarnos.
10Pero dejémonos de palabrerías para que no demos lugar al adversario de hablar mal. Quiero que sepáis lo que ha pasado en más de 20 años en las iglesias del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) al cual yo apoyo en mis oraciones. 11Lo que ha pasado no lo invento yo, sino lo dicen los documentos de sus asambleas, las cuales dejan ver las acciones del Espíritu en las iglesias miembros, así como también los distintos momentos de la historia que marcan la vida de los creyentes.
12¡Ah! Qué tiempos aquellos de Oaxtepec (1978)y de Huampaní (1982), tiempos de fe liberadora y de esperanza, cuando las 110 iglesias miembro confesaban su indeferencia al clamor de los sectores más olvidados y oprimidos y se comprometían a: atender los derechos humanos, a no espiritualizar la pobreza y a escuchar a las mujeres, los niños, los pueblos aborígenes y otros. 13Y, escuchad bien, en esa reunión se atrevieron a enviar una carta al dictador Anastasio Somosa de Nicaragua para que dejara el poder, porque como esta escrito en el documento final. "Donde quiera que haya un ser humano a quien se le impida vivir la plenitud de su humanidad, allí hay una situación de pecado". 14Y que decir de Huampaní, todo era esperanza a pesar de tanto sufrimiento que se sentía en nuestra América Latina y caribeña, a pesar de tanto dolor por los desaparecidos, torturados y asesinados. 15Había una gran fe en que las cosas iban a cambiar pronto y que el Reinado de Dios estaba muy cerca. 16¿Que no había conflictos y que todas las iglesias pensaban igual?, ¡De ninguna manera!. Se estaba consciente de que no todas las iglesias acogían el compromiso de igual forma y que muchos veces era más el deseo de los líderes que de las congregaciones. 17Los conflictos en verdad eran serios, ideológicos y teológicos dentro mismo de las iglesias y con otras iglesias, especialmente con aquellas evangélicas misioneras.
18¿Y de las mujeres, que nos cuentan las memorias? Sabemos bien que los líderes eran varones, pero, me pregunto, ¿cómo veían la participación de las mujeres? La historia nos dice que había apertura por parte de las estructuras y un asombroso despertar por parte de las mujeres. 19¿Sabíais que ya en el año 1977 un coloquio de mujeres cristianas del Caribe envió a Oaxtepec una carta que decía así: "que la mujer sea convocada en número significativo como partícipe con poder deliberante y electivo"? 20Y así fue en aquel tiempo: Quiero que sepáis que del año 84 al 91 hubo talleres de mujeres en todas las iglesias, miembro del CLAI y a veces no miembro, y que el pastorado de las mujeres aumentó, que varias mujeres estudiaron teología y que muchas se hicieron profesoras de instituciones teológicas. 21¿Y del Ecumenismo de ese tiempo que diré? El ecumenismo entre las iglesias cristianas era algo curioso. Como era claro para el CLAI que la unidad se componía en el camino solidario con los más pobres, las relaciones entre las confesiones se hacían más por visión y compromiso que por confesiones religiosas. 22El contexto estaba muy ideologizado y era este que unía por un lado pero desunía por otro.
23Y después, que diré de lo acontecido del 90 hasta hoy? Ya sabéis que todo cambió: aquellos años de horizontes diafanamente abiertos de compromiso se cerraron frente a la escasez de alternativas que detuvieran los males de la pobreza y exclusión. 24Hablo en términos humanos: no se supo qué hacer con la fascinación de los productos del mercado, debido a la nostalgia de la fe comprometida. Creció la incertidumbre y el desempleo y también creció la búsqueda de nuevos dioses y experiencias religiosas que dieran sentido al drama. 25Para tristeza mía y del apóstol Pablo, la gracia comenzó y está siendo hasta hoy suplantada por la búsqueda de ganancias, la salvación entró a la venta. 26Todos esos cambios se vieron y sobre todo se sintieron en las asambleas de Santiago (1995) y también de Barranquilla (2001), además del retroceso ecuménico y al mismo tiempo de las exigencias problemáticas del diálogo interreligioso. ¡Tremendos desafíos tenemos por delante!
27Pero no os desaniméis, los grandes desafíos nos abren horizontes y nos prohíben estancarnos en el pasado. 28Ante esto, os exhorto a mis hermanos paulinos y también petrinos: estudiad estas nuevas realidades, analizad que esta detrás de estas búsquedas y esforzaos por entender, pues a través de estas realidades también nos habla Dios. 29Pero mirad que no imitéis aquello que os aleja de la fe y la justicia de Dios revelada en el evangelio y su opción por los pobres y excluidos. 30No os engañéis, la pobreza y miseria del mundo es grande, no olvidéis nunca que la misión encomendada por Jesucristo fue la de llevar la buenas nuevas a los oprimidos, prisioneros y quebrantados de corazón. Y este mundo esta lleno de ellos.
31Quiero recordaos hermanos míos, que desde las asambleas de Santiago y Barranquilla han estado surgiendo muchas inquietudes sobre las mujeres y sobre el diálogo con otras religiones. Sobre esto es mi deseo hablaros y exhortaros a todos vosotros, delegados y delegadas a esta asamblea en Sâo Paulo.
Capítulo IV
1No quiero que ignoréis toda la riqueza que esta surgiendo entre los sabios y sabias de los pueblos originarios. 2Cómo me plazco yo al escuchar con tanta frescura lo que Dios desde la eternidad puso en boca de estos mis hermanos y hermanas que me hacen ver rostros de Dios morenos y me indican con tanta vehemencia y ternura otros caminos del Reinado de Dios, donde transitan más a gusto con su logos propio y su hablar de Dios desoccidentalizado. 3Y si yo me plazco en ellos, cuánto más nuestro Dios trino llamado misericordia, que se preocupa por sus criaturas y su creación, más que por la ortodoxia. 4No quiero ocultaros que, a veces, escuchar algunas historias de los orichas del pueblo negro me incomodan, porque son tan diferentes a lo que estoy acostumbrada en mi manera tradicional de escuchar sobre Jesucristo. 5Pero entiendo que mi cultura es otra, y que los pueblos deben expresar lo que su corazón les dice sobre Dios y sentir a su manera a Dios, singular o colectivo. 6Porque no es con la rectitud de la cabeza la mejor manera de hablar y conocer a Dios, sino con el corazón y el sentimiento, y si es así ¿cómo podrán ser sinceros en el hablar, el sentir y el querer del corazón si no lo hacen con su logos? 7De igual manera, no niego que Dios me ha hablado y exhortado a través de los relatos y poemas de nuestros pueblos originarios y afrodescendientes de América Latina y el Caribe. Alabo a Dios por eso.
8Alguno de vosotros dirá "Eso no es bueno, es un lujo, porque la situación de los pobres que mueren de hambre no permite incursionar en temas que nos distraen". 9Ante esto diré: de cierto os aseguro que si vosotros no abrís vuestro corazón a escuchar lo que de Dios dicen, con alma y cultura, sus hermanos los sabios y sabias indígenas y afros, vuestra palabra sobre Dios y vuestra opción por los pobres es de alcance limitado y selectivo. 10 ¿Habéis olvidado que en la antigüedad, cuando nacía el cristianismo nunca se originó de una sola forma, sino que varios cristianismos daban testimonio de la revelación de Dios, como bien lo ha dicho mi compañero de lucha Pablo Richard? 11No quiero pues que absoluticéis una sola forma de hablar de Jesucristo. 12Pero a vosotros, sabios y sabias, presentes y ausentes de esta asamblea, cristianos y fieles a la religiosidad de vuestros ancestros, no olvidéis jamás la opción por los pobres y los excluidos, 13porque esta es la identidad propia de la fe en Jesucristo y de Jesucristo, y asimismo lo mejor de la fe de vuestros antepasados morenos y afrodescendiente. 14Os exhorto con la autoridad que me ha sido dada por el pueblo excluido, que no os encerréis en vuestras formulaciones, 15 antes bien, articulaos con otros grupos marginados que comparten preocupaciones similares. Y no os combatáis entre vosotros y otros grupos de pobres, antes bien sentaos juntos y compartid vuestras reflexiones para que todos y todas nos edifiquemos en la fe y en el compromiso que Dios nos ha encomendado. 16 Y poned atención a lo que vuestras mujeres os dicen. Recordad que las tendencias del Espíritu son justicia paz y gozo.17Así pues, no olvidéis que la opción por los pobres es la otra cara de la dignidad humana y el respeto mutuo.
Capítulo V
1En cuanto a las mujeres, no quiero que sigáis ignorando el aporte que vienen dando desde hace más de 20 años. Antes bien, leed, conversad, alimentaos de su pensamiento. No les tengáis miedo, que nada malo os harán. 2Os suplico no repitáis lo que sucedió en la antigüedad cuando se oficializó el pensamiento de Cristo y la ekklesia de Dios y se excluyeron a las mujeres y otros pensamientos discordantes. 3Mirad cuánta cosa buena viene de ellas. Preocupaos por la violencia que se ejerce contra las mujeres y las niñas en la casa, la calle y la iglesia, por los poderes patriarcales de este mundo. Discutid con ellas sobre esto, dialogad entre vosotros, pero no excluyáis ni ignoréis. 4Pues bastante indignada estuve por vuestra conferencia pasada cuando en el libro preparatorio llamado 30 años de teología de la liberación no fuisteis capaces de incluir a ninguna mujer, siendo que aquí en Brasil y otras partes del continente hay no pocas. 5 Os ruego a los varones de esta conferencia que no solo tengáis buena voluntad con las mujeres, sino que tengáis voluntad verdadera y política, para que no ocurran estos escándalos de los cuales vosotros también os avergonzáis cuando los recordáis.
6Y a vosotras mujeres, no tengáis miedo de decir lo que pensáis sobre Dios. 7Porque ¿si no decís lo que pensáis cómo vais a caminar y transformar la iglesia que amáis y os hace sufrir? 8Recordad que el Espíritu Santo fue derramado en vuestros corazones para que seáis hijas libres de Dios. 9Tened paciencia, que los varones generalmente son más lentos en ver las riquezas que vienen de lugares no acostumbrados. 10Pero también, en nombre de Jesucristo, de Dios y del Espíritu Santo, os digo a vosotras las mujeres: jamás os olvidéis de los pobres en vuestra teología, enseñanza y práctica, sobre todo hoy, que su existencia en abundancia refleja la inhumanidad de toda la sociedad. 11Pues la emancipación es completada cuando todos y todas lo somos en plenitud.
12Y termino esta epístola rogando a todos los rostros de la teología que representan nuestra América Latina y caribeña, que deis un salto, pues los tiempos de hoy exigen que os aboquéis a reflexionar sobre los grandes retos éticos y contemporáneos. 13No os encerréis en vuestros aportes específicos. Antes bien desde vuestro propio lugar aportad y contribuid a los desafíos de la pobreza y exclusión, de las guerras y la violencia, las migraciones. 14Defended vuestro habitat contra aquellos que buscan enriquecerse a costa de la creación del Dios bendito, son aves de rapiña que se presentan en forma humana. Porque si no lo hacéis vosotros y vosotras ¿quién lo hará? ¡No esperéis que Dios haga todo por vosotros! 15Y poned mucha atención y entereza al diálogo entre las religiones para que no se blasfeme el nombre de Dios justificando las guerras. ¡Basta de guerras! 16Os ruego, os suplico: sed constructores de la paz entre las naciones y en vuestra propia nación. 17Y haced todo como cristianos humildes, pues como sabéis bien, somos apenas un tercio de cristianos en el mundo. 18Pero ante todo, gravad eternamente en vuestros corazones: ¡otro mundo es posible! Mientras tanto, tratad de vivir como resucitados.
19Os recomiendo a Elsa, amada de nuestra comunidad en Costa Rica, encargada de dar lectura pública a esta carta. 20Saludos os envía Aquila, mi querido esposo, y el apóstol Pablo de Tarso, mi colega. Ambos afanados tanto en la predicación como en el taller. El negocio anda mal, del taller por supuesto; orad por los artesanos. 21Gracia y paz recibid todos y todas los delegados a esta conferencia. 22Y ahora, que la bendición del Dios de Sara, Agar y Abraham, la bendición del Cristo que de María nació, la bendición del Santo Espíritu de amor que vela por vosotros cual madre por sus hijos descienda sobre todas y todos. Amén.
30 de julio de 2003, Sâo Paulo, Brasil